Administración financiera
¿Qué si te digo que para confeccionar lo que traes puesto hoy se usaron aproximadamente 10,000 litros de agua? Ahora imagina cuánto se ocupó todo tu guardarropa, a eso súmale los pesticidas que se utilizaron para el algodón del que están hechas algunas de tus prendas favoritas, el petróleo necesario para las telas de poliéster y los millones de árboles talados para tus camisas de rayón.
Como ves, las consecuencias de participar en todas las rebajas de temporada van más allá de terminar con una cartera vacía a fin de mes. Además de las compras impulsivas que dañan gravemente tu presupuesto, consumir ropa de forma desmesurada también está dañando al planeta.
Así es, tu ropa contamina. Aunque esta noticia parezca devastadora, considera que después de leer el artículo probablemente te convertirás en una persona más cuidadosa con este tipo de consumo. Además, una de las grandes ventajas de volverte más ecofriendly con tu guardarropa es que podrás ahorrar dinero mientras cuidas al planeta.
Para ello y como en cualquier ámbito necesitamos ser constantes para ver resultados permanentes. Por ello, en el caso de cambiar un hábito de consumo como el que tenemos con la ropa, nuestro mejor incentivo es la información.
De acuerdo con la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD),
Tristemente estos datos ya no nos sorprenden. Las tiendas de ropa nos han acostumbrado a tener hasta cuatro mini temporadas de ropa disponibles CADA MES. Obviamente las prendas no tienen la mejor calidad y, a pesar de que lo sabemos, a veces es difícil resistir las grandes promociones o rebajas sobre rebajas.
Se le conoce como Fast Fashion al sistema de venta de ropa minorista que busca adoptar la tendencia de la pasarela lo antes posible para producirla y venderla a los consumidores. También se le le atribuye el adjetivo de fast a la velocidad con la que se compra, usa y desecha este tipo de ropa. Además, debido al proceso de producción, muchas veces las prendas tienen una calidad muy baja.
De unos años para acá nadie se sorprende si la playera que conseguiste por $200 pesos en una tienda muy popular se rompe en la segunda lavada. Las marcas de Fast fashion ha inundado los guardarropas de las personas con sus precios accesibles, pero a costa de una baja calidad en sus productos. No obstante, el costo ambiental es lo más alarmante.
Otro daño colateral lo sufre nuestro bolsillo ya que estamos pagando por ropa y calzado que tendrá una vida útil muy corta, lo que generará otra compra en el mediano plazo.
Imagina que en el año asistes a las rebajas de invierno, de verano, al Buen Fin y, adicionalmente, realizas otras 3 visitas al centro comercial. Supongamos que gastaste alrededor de $12,000, de los cuales la mitad se fue en fast fashion. Así, en este periodo habrás mal gastado al menos $6,000 pesos. Ese dinero lo pudiste haber aprovechado para otros fines como pagar tus deudas o meterlo a un producto de inversión.
Donar ropa y zapatos es un acto de buena voluntad, pero donar ropa en malas condiciones no ayuda en nada. Tampoco cuenta como ayuda útil si tu plan es entregarla a los damnificados de algún desastre natural. La PAHO (Pan American Health Organization) nos lo deja más claro: el objetivo de una buena donación es responder a las demandas reales expresadas por el receptor.
“Nunca deben existir normas dobles para medir la calidad. Si el producto es inaceptable en el país donante, es inaceptable como donación.”
Ahora que ya tienes una idea del gran impacto ambiental que generas con cada compra, pon manos a la obra.
Te invito a que a partir de ahora visualices el proceso completo de cada prenda que desees comprar, desde que se confecciona hasta que termina en la basura. Si no contribuye significativamente a tu clóset ni a tu economía, mucho menos lo hará a la preservación de nuestro medio ambiente.
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