Administración financiera
Si estás iniciando tu vida laboral, uno de los temas más importantes con el que debes estar familiarizado es el pago de impuestos. En términos simples, se trata de una contribución de los ciudadanos de un país al gobierno para garantizar los servicios públicos, lo cual te vuelve un contribuyente.
En México, el encargado de cobrar estos recursos es el Sistema de Administración Tributaria, menor conocido como SAT y es un órgano descentralizado de la Secretaría de Hacienda. Prácticamente toda la actividad económica formal, tanto de personas o empresas, otorga una parte de sus ingresos a este organismo a través de cobros que seguramente has escuchado como el Impuesto al Valor Agregado (IVA), Impuesto Sobre la Renta (ISR), Impuesto Sobre Producción y Servicios (IEPS), por mencionar los más comunes.
SÍ. Es una obligación ciudadana que contribuye al desarrollo del país. En primera instancia, el SAT tiene “mala fama” por “quedarse” con una parte de tu salario e incluso se le tiene temor ya que aplica severas multas en caso de no estar al corriente en el pago de impuestos. Sin embargo, con una correcta administración y programación de tus gastos, puedes llevar una excelente relación con el SAT y cumplir sin problema con tus obligaciones fiscales.
Antes de explicarte en detalle cómo funciona el SAT, te recomendamos ampliamente mantenerte siempre al corriente con este organismo, de lo contrario puedes contraer severos adeudos fiscales que pueden afectar seriamente tus finanzas.
Cada que compras un producto o servicio en comercio formal, el precio de la mercancía incluye el IVA, impuesto que equivale a 16% del total. En la zona fronteriza del país, este gravamen es 8% sobre el valor del producto.
Las bebidas alcohólicas, refrescos, cigarros o la gasolina, tienen además el IEPS, otro impuesto que se aplica a la producción, importación así como medidas para disminuir su consumo ante los efectos negativos que puede tener sobre la salud de los usuarios. Hay que destacar que se trata de dos impuestos que se cobran de forma indirecta; es decir, debido a que los contribuyentes no lo pagan directamente sino que lo trasladan o cobran a sus clientes.
Otro impuesto que pagas al SAT es el ISR, equivalente a 16% de tus ingresos, el cual, en caso de que trabajes para una empresa, se te descuenta de forma automática y si trabajas por tu cuenta, estás obligado a declararlo y pagarlo por tu cuenta al SAT, para lo cual debes estar dado de alta en el organismo.
Existen varias formas para pagar impuestos al SAT. Se les conoce como regímenes, y son las categorías en las cuales el organismo clasifica a los contribuyentes y a partir de ahí hace el cobro de impuestos, se les clasifica como personas físicas, para el caso de individuos y como personas morales, en el caso de que sean empresas.
Para darte de alta, debes acudir a la oficina del SAT con tu documentación personal. Ahí te ingresarán al Registro Federal de Contribuyentes, para lo cual te asignará una clave conocida como RFC.
En el caso de empresas, se clasifican en dos términos. Régimen general, para sociedades con fines de lucro y las no lucrativas, que no obtienen ganancia económica por sus actividades.
Una vez inscrito en el SAT y contar con el RFC, adquieres una responsabilidad ante la autoridad tributaria la cual deberás cumplir de acuerdo al régimen en que te hayas dado de alta. Toma en cuenta que si eres asalariado y tus ingresos no superan los 400 mil pesos al año, la empresa donde laboras automáticamente te da de alta ante el SAT y se encarga del descuento de tus obligaciones fiscales, las cuales estarán detalladas en tu recibo de pago. En otros regímenes, deberás estar muy atento e incluso contratar los servicios de un contador para mantenerte al corriente con el pago de impuestos y así evitar problemas en tu bolsillo.
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